miércoles, 11 de mayo de 2011

VER y ENTENDER UNA CORRIDA DE TOROS




















Se pretende ilustrar a los jóvenes y noveles aficionados, en forma clara y sencilla, sobre el desarrollo de una corrida de toros, con el firme propósito de contribuir a una formación taurina que les permita disfrutar de este espectáculo. La lidia es el fundamento de toda la corrida y consiste en preparar al toro para su muerte realizando artísticas suertes que se componen de tiempos: citar, parar, mandar, templar y cargar.

EL PASEÍLLO

Al marcar el reloj la hora programada para el festejo, se escucha el sonido de timbales y clarines, y en el patio de cuadrillas espadas y subalternos inician su camino para hacer su aparición ante el público expectante.
La comitiva la encabeza el alguacil montado a caballo, quien recibe de la autoridad la llave de toriles, símbolo de apertura, y regresa para iniciar el paseíllo.
En segundo término aparecen los matadores, ocupando el de alternativa más antigua el extremo izquierdo y el centro el de alternativa más reciente.

Cuando un matador se presenta en una plaza por primera vez, se identifica al realizar el paseíllo con la montera en la mano.
Los subalternos del primer espada ocupan la tercera posición en la fila; los del segundo y tercero, la cuarta y quinta respectivamente. Les siguen puntilleros, picadores, monosabios y, finalmente, mulillas.
Después de presentar sus saludos a la autoridad cambian el capote de paseo por el de brega. La lidia del primer toro está próxima a realizarse.

PRIMER TERCIO

Nuevamente se escuchan parches y metales y aparecen en el ruedo los monosabios con un cartel anunciando el nombre del toro, su peso y ganadería.
Se abre la puerta de toriles y aparece el toro luciendo la divisa de su procedencia. Puede tener una salida natural (a la izquierda), contraria (a la derecha), o bien, salir por derecho, es decir, en línea recta.
Por lo general, el subalterno lo lancea para que el matador observe sus características y embestida. Posteriormente, aparece el primer espada e inicia sus lances con el capote, toreando generalmente por verónicas, rematados con medias, recortes o revoleras. En ocasiones recibe al burel con una larga cambiada o con un Farol de rodillas, ya sea a porta gayola o en los medios.
La autoridad permite el acceso de los picadores a petición del matador.
Estos ingresan en pareja, montados en corceles con los ojos cubiertos y protegidos por el peto. El primero se coloca en la contraquerencia, es decir, en el extremo opuesto a la puerta de toriles, y el segundo junto a ella; el picador cita al toro sin cruzar los anillos concéntricos, aunque puede hacerlo si el toro regatea la embestida.
La suerte de varas es de suma importancia en el desarrollo de la lidia por varias causas: Prueba la bravura del animal, lo descongestiona, el castigo suaviza la embestida y permite el lucimiento en el tercio de muleta. Desafortunadamente en la actualidad se abusa del castigo haciendo uso de artimañas como el barreno, el metisaca o la carioca (tapar la salida al toro para seguir picando).
Posteriormente la autoridad ordena el cambio de tercio ya sea a petición del espada o por criterio propio. Al salir los caballos, el torero prueba las condiciones del toro con suertes de capote llamadas "quites", los más frecuentes son chicuelinas, gaoneras.

SEGUNDO TERCIO

Este es el tercio de banderillas. Esta suerte tiene como fin exaltar el temperamento del animal, disminuido por el castigo recibido en la suerte de varas.
Este acto es realizado indistintamente por un subalterno o por el propio matador. Es obligación del primer espada cubrir las espaldas al banderillero. Por su espectacularidad, este acto es uno de los preferidos del público. Existen varias formas de realizar esta suerte: de poder a poder, al quiebro, cuarteando, al sesgo, etc. lo más importante es cuadrar en la cara del toro y colocarlas en todo lo alto.

TERCER TERCIO

Al tomar los trastos (muleta, estoque y montera) se inicia la parte más importante de la lidia, la cual generalmente se ve precedida de un brindis.
En el transcurso de los tercios anteriores, el lidiador se ha dado cuenta de las características del toro y en base a ello inicia el trasteo que espera se convierta en faena, alcanzando así el triunfo.
La muleta se convierte en este momento en el instrumento que permitirá proyectar a los tendidos el arte y el sentimiento que el torero lleva dentro, logrando con ello una comunicación y entendimiento plenos.
La belleza de los pases ligados y el remate garboso provocan exclamaciones nacidas del alma, llenas de alegría y dramatismo por el peligro constante, todo este cúmulo de sentimientos se expresan en una palabra: el ¡oole!, música celestial y consagratoria para el artista que las recibe y que alcanza su mayor dimensión al convertirse el coso en una caja de resonancia del coro ¡Torero! ¡Torero!
El tercio de muleta se inicia con doblones de castigo o con pases por alto, dependiendo de la fuerza de la noble bestia. El pase clásico de muleta es el natural, realizado con la muleta en la mano izquierda y el ayudado o estoque en la derecha, la misma suerte instrumentada con los trastos invertidos se nombra derechazo. La continuidad de cuatro o más de este tipo dan como resultado una tanda o serie que generalmente es rematada con un pase de pecho.
Otras variantes del tercio son las manoletinas,

A estas alturas el toro ha decaído físicamente, momento que es aprovechado por el matador pasa realizar desplantes y mostrar el dominio que ha ejercido sobre él. Ahora llega el momento crucial de la lidia. El éxito de la faena depende de la ejecución de la suerte suprema ("los apéndices se ganan con la muleta y se cortan con la espada"). Con la suerte suprema termina la vida del toro. La forma de matar recibe diversos nombres:
a) Volapié. El matador se vuelca sobre el morrillo del toro, sin estar en movimiento.
b) Recibiendo. Cita y espera a pie firme la embestida para sepultar el acero.
c) A un tiempo. El intentar el volapié el burel embiste y la estocada se da a un mismo tiempo.
El torero antes de tirarse a matar debe "igualar" al toro, es decir, obligarlo a juntar paralelamente las cuatro patas. De esta forma los omóplatos y escápulas se abren para que la espada penetre sin complicación alguna.

El juez indica los apéndices ganados mostrando pañuelos. A petición del público se otorga la primera oreja (un pañuelo blanco); la segunda (dos pañuelos blancos), y el rabo (tres pañuelos blancos) a criterio de la autoridad o juez de plaza.

LOS PAÑUELOS DE LA PRESIDENCIA

Pañuelos que utiliza el presidente para dirigir la corrida
Blanco Comienzo, cambio de tercio, avisos y salida de toros, trofeos.
Verde Devolver el toro a los corrales
Rojo Par de banderillas negras (para los toros mansos que no acuden al caballo)
Amarillo Concesión del indulto a la res
Azul Concesión de la vuelta al ruedo del toro

Uno de los defectos más criticados a los toreros en la actualidad son las estocadas bajas, delanteras y traseras. Se recomienda solicitar los trofeos agitando un pañuelo blanco, de esta manera se manifiesta el valor de la faena desde un muy particular punto de vista.
Si el torero no logra dar la estocada certera, el juez de plaza dará los siguientes avisos: el primero a los 12 minutos después de tomar la muleta, el segundo tres minutos más tarde y si transcurridos dos minutos más no ha muerto el burel, se regresará vivo a los corrales, donde será puntillado. A criterio de la autoridad y en base a la importancia de la faena que se realice habrá flexibilidad en el manejo de los tiempos.
El fracaso también es sentenciado por el público con su respectiva graduación: silencio, pitos, abucheo o bronca.

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